elección del motivo

Aunque me gusta mucho pintar al aire libre, suelo utilizar como referencia imágenes mías o de fotógrafos locales para poder trabajar en la comodidad del taller y sin la urgencia de los cambios de luz en la naturaleza. En este caso, he elegido una fotografía de Quique Bloody en la que hay un gran contraste entre el cielo y el mar, por un lado, y las figuras humanas y la cueva, por otro.

boceto

La acuarela es una técnica muy fresca e intuitiva y, en cierta medida, impredecible, porque los colores cambian de intensidad y en la forma en que se combinan entre sí, según se van secando. A veces realizo un estudio previo de la luz, pero en este caso me he limitado a dibujar un boceto, porque las zonas de luz y las de sombra están muy bien definidas en la imagen de referencia.

primera aguada

El proceso de pintura con acuarela se realiza por capas o aguadas. La primera es la más clara. Una vez que haya secado, se van aplicando capas sucesivas, añadiendo los colores más oscuros y reservando las zonas más claras. Esto es la teoría, en la práctica muchas veces se pinta sobre mojado para conseguir ciertos efectos o para lograr transiciones más suaves entre dos colores.

segunda capa y detalle

En la segunda capa se pintan las sombras, al revés que en otras técnicas, como el óleo o el acrílico. Si por error se cubre una zona de luz en acuarela con un tono más oscuro, será muy difícil recuperar la luminosidad en esa área del papel. Por ello, los pintores de acuarela solemos tener en la cabeza el esquema previo de lo que queremos pintar, antes de plasmarlo en la pintura.

resultado final

Para conocer el resultado final, hay que esperar varias horas hasta que los colores estén completamente secos. Entonces, para conservar la acuarela se recomienda enmarcarla con un paspartú para crear una cámara de aire entre la pintura y el cristal. Así se protege de la humedad y puede durar muchas décadas. Evidentemente hay que evitar a toda costa el contacto directo con la luz del sol.